Eran las siete y cuarto de la tarde, me levanté de una siesta que me había echado después de comer, me fui a la cocina y vi a mi madre y a mi hermano llorando, no sabía que pasaba, les pregunté pero no me contestaron, era como si no me escucharan. De pronto, llegaron unos hombres y le empezaron a decir a mi madre que lo sentían mucho y qué siguiera adelante, yo seguía intentando hablar con ellos, pero no seguía siendo inútil. De pronto, los hombres se fueron a mi cuarto y fue entonces cuando vi a un niño igual que yo en la cama como dormido.
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